En el mundo del desarrollo personal, cada vez se escucha hablar más de los Arquetipos, pero a veces no tenemos muy claro lo que son exactamente, ni para qué nos pueden servir.
En este artículo te explico exactamente qué son, cuál es su orígen, qué relación tienen con los mitos, con las diosas, y cómo podemos integrarlos para conocernos mejor a nosotras mismas.
También te cuento que es el politeísmo psíquico, como alternativa a los estereotipos, y qué consecuencias tiene en nuestra vida cotidiana.
El orígen del trabajo con los Arquetipos
Carl Jung, médico, psiquiatra y psicólogo que colaboró en sus incios con Freud, postuló que había ocho tipos básicos de personalidad, dentro de los cuales se podía clasificar a cualquier persona.
Esos tipos de personalidad según Jung marcaban la manera en la que vemos la realidad, por ello de un mismo hecho, dos personas pueden interpretar cosas completamente distintas. Por ejemplo, si yo soy de un equipo de fútbol y tú de otro, y mi equipo gana, yo interpretaré el resultado del partido como un triunfo, y tu como una derrota. Y habremos visto exactamente el mismo partido.
Del mismo modo, la manera en la que veo la realidad, incidirá en la manera que tendré de interpretar y de entender el mundo, y ello afectará a mis futuras acciones. Por ejemplo, si yo creo que el mundo actual es un caos, y que no puedo hacer nada para paliar el cambio climático, me va a dar igual contaminar, y no tendré problema en coger el coche constantemente para recorridos innecesarios. De este modo, mi manera de ver el mundo será caótica, y lo que yo veré del mundo (porque me enfocaré en eso) también será caótico.
Aun así, el modelo de Jung no es el único. Jean Shinoda Bolen es doctora en medicina, psiquiatra, analista junguiana, así como escritora y conferenciante internacionalmente conocida.
Tras una larga carrera profesional y muchísima experiencia a sus espaldas en el estudio de la mente humana, defendió que los ocho tipos de personalidad establecidos por Jung no estaban pensados para resolver las necesidades de las mujeres, así que planteó una alternativa: trabajar con los arquetipos que se ejemplifican en las imágenes de siete diosas griegas.
Los siete arquetipos que ella propone deben ser examinados y combinados de diferentes maneras, y cada uno tienen en sí mismo muchísimas variantes, así que no se trata de una clasificación simplista. Los arquetipos pueden combinarse y los podemos sacar a la luz según las necesidades que exija una situación concreta o según la etapa que estemos transitando en nuestra vida.
Además, no hace falta que nos limitemos a una diosa, o a varias. La clave es que todas las diosas juntas integran “el círculo completo de las cualidades humanas” (Steinem).
Estas diosas arquetípicas son un buen mapa para describir y analizar nuestros comportamientos y personalidad. Son, como dice Steinem “vias para construir visiones, invocando así fuerzas necesarias y cualidades dentro de nosotras”.
Otras diosas nos enseñan cualidades que no hemos desarrollado en nosotras mismas todavía, o cualidades que vemos en las personas de nuestro entorno, que a veces no entendemos.
Igual en algún momento te surje la duda de, ok, ¿si Shinoda habla de diosas, esto es únicamente para las mujeres?. La respuesta es que no.
Lo femenino y lo masculino son polos que se complementan, como el Yin y el Yang.
Todas las mujeres encarnamos la energía femenina, pero contamos también con energía masculina, pues somos un todo. Y lo mismo pasa con los hombres, que a pesar de encarnar la energía masculina, también tienen energía femenina.
Por lo tanto, el trabajo con los arquetipos de las diosas también puede hacerlo un hombre, para conectar con su energía femenina arquetípica.
Además, las diosas también tienen su parte de energía masculina, pues son diosas completas. Como nosotras.
Los arquetipos, las diosas y los mitos
«De la semilla crece una raíz, después un brote; del brote las hojas de la plántula; de las hojas el pedúnculo; alrededor de este las ramas;arriba del todo, la flor. No podemos decir que la semilla causa el crecimiento, ni que tan siquiera el suelo lo haga. Podemos decir que las potencialidades del crecimiento residen en la semilla, en las fuerzas misteriosas de la vida que, cuando se favorecen adecuadamente, toman determinadas formas».
Mary Caroline Richards, en ‘Centering in Pottery, Poetry and the Person’.
Vamos a acercarnos a los Arquetipos de la mano de esta preciosa metáfora, para entender mejor de qué se tratan.
En primer lugar, si tomamos la imagen de las semillas, como elementos que contienen las potencialidades de nuestro crecimiento, es decir, aquello en lo que nos podemos convertir, podemos comparar a las semillas, con las diosas.
Éstas semillas contienen mucha información básica, arcaica y primaria, que trasciende lo personal y que se encuentra en el inconsciente colectivo. Ésta información originaria y antigua está dentro de todas nosotras en forma de potencialidad, de posibilidad, pero debemos cuidarla para que florezca. Igual que la semilla de un árbol necesita cuidados y atención para llegar a crecer y a dar frutos.
Además de ser las potencialidades que tenemos todas, las imágenes de las diosas también se usan para entender mejor a los Arquetipos, para que no se queden como conceptos difusos. Las diosas como imagen, nos permiten acercarnos a los Arquetipos de una manera más cercana y comprensible.
Otro ejemplo de cómo poner una imagen a un Arquetipo nos lo da la astrología, que también permite visibilizar aspectos arquetípicos a través de los planetas (que por cierto tienen nombres de dioses romanos).
En segundo lugar, podemos decir que los Arquetipos son las arquitecturas básicas del inconsciente colectivo, que podríamos entender como una especie de base común en todas las personas, formada por arquetipos que modelan nuestra individualidad.
Según Jung (pues este término fue creado por él), hay una serie de experiencias psíquicas, imaginarios y símbolos, que existen en todas las personas del mundo, independientemente de los aprendizajes adquiridos, y de las historias de vida individuales, y estas son las que forman el inconsciente colectivo.
Al igual que cada una de nosotras contiene la memoria genética de sus antepasados, y por eso unas tenemos los ojos marrones como la abuela, o somos bajitas como nuestra madre, también tenemos una herencia psíquica (que siguiendo la metáfora de la semilla, sería el semillero. El lugar en el que se encuentran todas las semillas).
Por eso, nuestra herencia psíquica está conformada por esas características y experiencias vividas repetidamente por nuestros ancestros y ancestras, y al final, por toda la humanidad.
Por último, también necesitamos aclarar qué son los mitos, para acabar de situar los arquetipos.
Los mitos son relatos psicológicos en los que los dioses y diosas griegos encarnan los diferentes arquetipos (que son los patrones básicos de comportamiento) que tenemos las personas. En ellos se reflejaban los dramas existenciales de los hombres y sobre todo de las mujeres de la época. De hecho, los mitos todavía siguen vivos porque relatan experiencias universales, que cualquier persona, independientemente de su género, raza o creencia puede haber vivido.
En resumen, y volviendo a la metáfora de las semillas
- Las Diosas serían el conjunto de imágenes que hacen de puente entre los arquetipos y lo humano. Para poder entender un arquetipo en toda su plenitud, necesitamos poder ver las imágenes de estos arquetipos.
- Los arquetipos serían las semillas que debemos cultivar
- El inconsciente colectivo sería el gran semillero de experiencias que nos permiten ver el espacio común de nuestras experiencias.
Los Arquetipos en nuestra vida diaria
Habiendo situado a las diosas, los arquetipos y los mitos, ahora vamos a ver cómo pueden ayudarnos en nuestra vida cotidiana.
El trabajo con los arquetipos es una de las maneras que tenemos de indagar en nosotras mismas. Es un camino de autoconocimiento, que por cierto, es constante y está siempre en crecimiento y transformación. Tu no eras la misma hace 10 años, ni lo serás de aquí a 10 años.
Cuando nos acercamos a los arquetipos, estamos permitiendo que la noción que habita en cada arquetipo, la información que contiene, trabaje en nosotras para que nos haga más conscientes de aquello que vive en nosotras.
Por lo tanto, utilizando los Arquetipos como herramienta de autoconocimiento, podemos explorar los distintos mitos e imágenes poniendo atención a aquello que nos resuena internamente. Ello nos permite poco a poco reconocer patrones de comportamiento y de pensamiento que aplicamos a menudo, y a la vez sacar a la luz partes que no conocemos de nosotras mismas.
En esta misma línea, si queremos tener un mapa de ruta que nos ayude a explorarnos, podemos trabajar siguiendo el modelo que propuso Jean Shinoda, a través de los arquetipos de las 7 diosas griegas.
Retomar los mitos griegos implica retomar las imágenes de Grecia. Y el motivo por el cual Jean Shinoda y otros autores apuestan por volver a las imágenes de Grecia es porque su banco de imágenes es mucho más rico que el que nos ofrecen la mayor parte de relatos de nuestra tradición judeo-cristiana.
En nuestra cultura madre, no suele haber tanta diversidad de modelos considerados “correctos”. Por ejemplo, el modelo “correcto” de mujer es uno muy específico, o el de buena samaritana, o el de buena madre o buen padre, etc.
En Grecia no había un solo Dios, sino que eran politeístas. Por eso, su cultura implicaba lo que se denomina el “politeísmo psíquico”, que entiende que nuestra psique no es única, sino que está formada por muchas voces psíquicas y que todas ellas deben tener cabida y representación en las imágenes mitológicas que expresan experiencias universales.
En la cultura griega se entendía, y en esto coinciden muchas otras culturas antiguas, que lo femenino primordial no podía ser representado en un único modelo rígido y definido, sino que al ser plural y diverso, debía ser repartido entre muchas imágenes (diosas) distintas, que reflejasen cada una de ellas diferentes rasgos de lo femenino.
Los 7 arquetipos propuestos por Jean Shinoda son un resumen de los principales aspectos, aunque en la cultura griega había muchas más diosas. Todas ellas representaban los distintos aspectos de lo femenino. Y sus imágenes aún hoy resuenan en la mente de las mujeres porque son arquetipos. Imágenes reconocibles y eternas de la experiencia humana.
Esto significa que las mujeres tenemos dentro de nosotras distintas facetas, maneras de ser y de vivir en el mundo. En nosotras viven muchas semillas y todas ellas son válidas.
Cuando acogemos esta idea empezaremos a reconocer todas nuestras facetas, no solo las que más nos gustan, o las que mejor encajan en nuestra sociedad, y empezaremos a lidiar mejor con esta realidad plural y cambiante.
Cada arquetipo propone un modo distinto de ser o de estar en el mundo. Y normalmente, aunque todas tengamos todos los arquetipos en nosotras, acostumbramos a tener un arquetipo dominante. Los otros arquetipos siguen existiendo y en determinadas situaciones o en distintos momentos de la vida, pueden activarse otros arquetipos que hasta ahora no se habían manifestado.
Cada una organiza lo que vive en su vida según cómo percibe aquello que le está pasando. Y cada persona es única, por lo tanto entenderemos y veremos el mundo de manera única y distinta a la persona que tenemos al lado. Aunque nos unen unas bases (el inconsciente colectivo).
Por eso decimos que percibimos e interpretamos nuestras vivencias en función de nuestro arquetipo dominante. Es decir, según el arquetipo dominante en este momento de tu vida, tenderás a valorar más unas cosas u otras, te moverás motivada por unos principios y valores o por otros, estarás más a gusto en unas situaciones que en otras, etc.
Otro tema importante es que el arquetipo que ahora mismo esté más despierto en mí está directamente relacionado con la manera en la que yo podré sentirme realizada.
Para poder ser felices necesitamos ser fieles a nuestra naturaleza intrínseca. Y los arquetipos pueden ayudarnos a descubrirnos.
Antes de continuar, puedes preguntarte…
- ¿Cómo entiende el mundo la fuerza interna que llevo dentro (o mi arquetipo dominante, que es lo mismo)?
- ¿Qué arquetipo está activado en esta situación concreta que estoy viviendo?
- ¿Cómo necesitaría que yo actuara para resolverlo?
La "mujer intermedia"
Al indagar sobre los arquetipos, y sobre cómo nos afectan, nos encontramos con un concepto muy interesante: el de la mujer intermedia.
Por lo general, todas venimos dotadas de muchas semillas que pueden florecer en nosotras. El problema es que nos encontramos en una sociedad, y en una cultura que tiene unos mandatos bastante reducidos en cuanto a lo que significa ser mujer.
Por ejemplo, yo puedo ser una mujer que tengo un Arquetipo principal como el de Afrodita (mujer sensual, conectada con la sexualidad y con su instinto), pero en una cultura judeo-cristiana, sus atributos y dones no están bien vistos. Es decir, los valores del arquetipo en este momento dominante en mi, se oponen a los valores de mi cultura.
De este conflicto, nace el concepto de la Mujer Intermedia.
Es aquella mujer, que está dividida entre lo que la sociedad considera correcto y lo que su arquetipo (y por lo tanto su esencia) le pide.
Todas nosotras, para vivir en una sociedad debemos hacer concesiones, y renunciar a ciertos deseos considerados no aceptables. El problema es que si traicionamos demasiado nuestra naturaleza arquetípica no vamos a poder sentirnos plenas ni realizarnos completamente.
Y ahora igual surge la pregunta de… ¿Pero entonces un arquetipo y un estereotipo son lo mismo, no?
Pues no exactamente.
- El estereotipo implica que un modelo triunfe sobre los otros. Por ejemplo, en el pasado el modelo de mujer que preponderaba era el de la mujer sumisa y cuidadora. Ese era el modelo considerado correcto y bueno, y por lo tanto debías encajar en él para ser buena y correcta.
Por eso, el estereotipo resulta muy rígido. Hay un modelo imperante y por lo tanto no hay diversidad. - El arquetipo es plural. Hay muchas imágenes y modelos, y ninguna de ellas prevalece sobre el resto. Cada arquetipo tiene sus pros y sus contras, pero no hay ninguno mejor que otro.
Aclarado esto, es importante como gestionamos cada una de nosotras esta tensión que hay entre lo que vive en mi como arquetipo, y mi vida en sociedad.
Debemos aceptar, flexibilizar y validar quienes somos. Pues como hemos dicho antes, no hay formas mejores que otras. No hay nada malo en nosotras, así que deberíamos dejar de sentir que hay algo que debemos cambiar, porque creemos que como no encaja, no está bien.
Antes de continuar, puedes preguntarte…
- ¿En qué aspectos tiendo a querer encajar en referencia a las conductas sociales consideradas correctas?
- ¿Dónde cedo?
- ¿Cuáles son mis semillas más auténticas?
- ¿Cómo puedo equilibrar lo que soy con lo que se espera de mí?
Y ¿qué tiene que ver esto con las mujeres autoexigentes?
Recuerda que al hablar del “politeísmo psíquico” decíamos que con los estereotipos se estableció que había solo un modelo que era el correcto. El hegemónico. Y los otros modelos por lo tanto eran inválidos y debían reprimirse.
Durante milenios las mujeres debíamos encarnar únicamente los aspectos aceptados de lo que se consideraba femenino. Por suerte ahora se está abriendo la sociedad y podemos mostrar también rasgos masculinos.
El problema es que muchas de nosotras nos hemos ido al extremo, encarnando principalmente la energía masculina(si quieres leer sobre esto, lo comento en el artículo desmontando a la Super Woman) que es la que sigue siendo mejor considerada.
Entendemos aquí por energía masculina, aquella parte de la polaridad que representa la lógica, la razón, el intelecto, el plantearse objetivos, la dirección clara, la estructura, la eficiencia, la resolución…
Hombres y mujeres tenemos ambas cualidades, y ambas son igual de importantes. El problema se da cuando no están equilibradas, y una prevalece por encima de la otra.
En el caso de las mujeres autoexigentes, muchas veces pretendemos demostrar nuestro valor llegando a todo. Siendo las mejores madres, hijas, parejas, amigas, trabajadoras …. etc. Al final, nuestro modo de demostrar nuestro valor es encarnando las cualidades masculinas. Y así empezamos una carrera sin fin en la que intentamos a parte de ser buenas en todas las áreas de nuestra vida, hacer mil cosas, cumplir nuestros objetivos, resolver la infinita lista de tareas por hacer… y siempre de la mejor manera posible, y a poder ser con el menor tiempo posible, para poder hacer aún más.
Está claro que cuando estamos metidas en esta rueda, acabamos exhaustas, frustradas y constantemente insatisfechas. Básicamente porque nunca acabaremos la infinita lista de tareas, siempre podremos hacer más cosas y siempre las podremos hacer mejor.
Lo bueno del tema es que si estás metida en esta rueda, puedes salir de ella.
Y hay muchas herramientas que te pueden ayudar en el camino, aunque en mi opinión, la mayoría pasan por un camino de autoconocimiento. Necesitas saber quien eres para saber qué necesitas, qué te hace feliz y cómo puedes empezar a vivir la vida que quieres (no la que los demás piensan que es la correcta).
Como hemos visto, trabajar con las imágenes de los arquetipos pueden abrirte muchas puertas hacia ti misma. Ello puede ser un viaje que hagas sola, pero también puedes compartir tu proceso con otras mujeres que deseen explorarse del mismo modo. Nosotras trabajamos mucho con los arquetipos a través de los círculos de mujeres, y compartimos el camino para que sea más sencillo, y más placentero.
Preguntas finales
- ¿Quién eres en realidad?
- ¿Quién has tenido que ser, para sentirte aceptada?
- ¿Qué diosas y qué mitos te resuenan más?
- ¿Con qué diosa te sientes más identificada?
- ¿Qué hace esa diosa que tú no te permites hacer por miedo a la censura de la sociedad?
- ¿Qué energía sientes predominante dentro de tí en este momento de tu vida, la femenina o la masculina?
- ¿Cómo podrías equilibrarlas?
RESUMIENDO
Los arquetipos, expuestos en las imágenes de las diosas y los mitos de la antigüedad nos hablan de verdades existenciales humanas y de estructuras básicas de nuestra psique.
Indagar en ellos, y en lo que nos resuena, nos permite acercarnos a quienes somos en realidad, y nos permite volver a tomar consciencia de la diversidad de modelos que conforman la energía femenina. Lo femenino tiene muchas caras, todas ellas igualmente válidas. Y todas ellas, en mayor o menor medida, forman parte de nosotras. Así pues, integrar los arquetipos nos ofrece un mapa de posibilidades de nuestras potencialidades por descubrir y desarrollar.
Bibliografiía y recursos para seguir indagando:
- Blog y libros de Enrique Eskenazi
- Libros de psicología arquetípica de James Hillman: El mito del análisis: tres ensayos de psicología arquetípica.
- Libros de arquetipos de Jean Shinoda Bolen: Las Diosas de Cada mujer. Los Dioses de cada hombre.
¡Y hasta ahí el artículo de hoy!
Espero que te haya resultado interesante y que hayas podido unir los conceptos de los arquetipos y de las diosas con tu vida cotidiana, y que las reflexiones te ayuden a ir indagando más en tí misma y en esas partes tuyas que todavía no conoces.
Si tienes alguna pregunta, o te apetece comentar, te animo a que contactes conmigo a través de los comentarios!
Un abrazo y te espero al otro lado
Ester